Nuestras manos en la casa que abraza





En los últimos post os hemos hablado de todo lo que hemos visto y aprendido en la casa que abraza, pero no hemos dicho qué hemos hecho como voluntarias con ellos.

Es verdad que no es tan interesante como todo lo demás, pero para que no penseis que somos personas que abusan de sus anfitriones para sacarles toda la información sin ofrecer nada a cambio os contamos en qué hemos estado trabajando:



A partir de ahora, bien podemos decir que somos expertas raspadoras y sacadoras de brillo de vigas de madera. 




















Durante los primeros días de voluntariado nuestra tarea ha sido dejar "mondao" un baño. La casa grande está totalmente construida y en proceso de ponerse a punto para ser del todo habitable.
En la primera planta hay un baño que pretendía ser el baño de invierno para los voluntarios. Nuestra tarea ha sido dejarlo curioso para el uso, es decir, raspar los rebocos, pintarlo de blanco, limpiar los lucernarios para que entre luz, sacar de la madera todos los residuos de la construcción y dejarla lustrosa. Hemos superado esta prueba con creces dejando el baño perfecto en un par de días.

Otra de nuestras tareas ha sido lijar la capa de yeso que se había dado la semana anterior a los interiores de La Cabaña

Como el yeso se da a mano, queda bastante tosco y por eso es necesario lijarlo y rasparlo un poco para que quede una linea armoniosa antes de pintarlo. 
Después de lijar, hemos pintado las paredes de la entreplanta de pintura blanca al agua y limpiado de reboco y pintura las vigas de madera.

De todos los días que hemos estado en el Valle de Arás, solo uno hemos disfrutado del sol, así que, hartas de trabajo de interior, nos pusimos manos a la obra en la huerta.
Es el momento de plantar las judías y los judiones. Un plantel que llevaba semanas esperando el momento de ser trasplantado a la tierra para poder ponerse grande.
Hemos limpiando de malas hierbas la zona y dejado todo a punto para que crezcan alrededor de 100 plántulas de judía de cinco variedades diferentes.

También hemos ayudado un poco a embaldosar la entrada de la casa grande y, como es natural, hemos servido de ayuda en las tareas del hogar diarias: cocinar, fregar, limpiar...
Esther y Nora jugando a los chinos

Pero quizá de lo que más hemos disfrutado es de los ratos compartidos con las niñas. Hemos jugado con las palabras, con los números, con el ordenador, con piedras, con la música e incluso tuvimos una sesión familiar de mímica frente a la chimenea. La verdad es que Nora y Sophie han llenado nuestro días allí de sonrisas.

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