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Después de mucho trabajo de limpieza y reparación de la alberca, por fin este fin de semana la hemos dejado llena y preciosa. Estamos orgullosas de nuestro trabajo.
La alberca redonda que hay en el terreno Pájaros en la cabeza, dormía desde hace 40 años bajo una manta de basura y soñaba con volver a ser lo que algún día fue. En estas semanas hemos hecho realidad su sueño, que también era el nuestro.
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Quedamos el primer día con Miguel para que le echase un vistazo y valorase la reparación. Esa misma mañana nos hizo una lista de todo lo que necesitábamos para empezar y por la tarde nos pusimos manos a la obra. Esa tarde aún no teníamos el cemento y la arena necesarios para empezar con la reparación, que llegaría a la mañana siguiente, pero Miguel y Adri, su amigo y aprendiz, picaron bien las paredes e hicieron desaparecer la columna central de la alberca. Mientras, Esther y yo dejamos preparados dos depósitos de 100 litros para tener siempre agua disponible para ir haciendo masas de cemento.


Miguel, albañil experimentado ha demostrado una paciencia infinita con su grupo de inexpertos y después de estos días todos hemos aprendido mucho en el arte de la llana y la paleta y de él como persona, puesto que basa su vida en unos valores que compartimos. Además de trabajar hemos hablado mucho de filosofías profundas de la vida. Conocerlo ha sido todo un placer, es difícil dar con personas de su calidad humana. Muchas gracias por todo, Miguel, sin ti no hubiera sido tan fácil.


Dani, el hermano de Esther, ha conseguido que nos presten un generador de electricidad que ha dado el callo como un campeón. Así el sábado a las 2.30 de la tarde, manó el primer chorro de agua desde nuestro pozo, que recibimos con la alegría de un niño pequeño. Y salvo un paroncillo inexplicable, estuvo saliendo agua todo el día hasta que se quedó llena a eso de las 10.30 de la noche.
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