Tenemos por costumbre, cuando alguien viene a plantar un árbol, ponerle su nombre como homenaje. Nos gusta hacer de los árboles un testigo vivo de la presencia y la ayuda de amigos y familiares en nuestro proyecto.
El almendro Marifé |
El olivo de Estebin, que trajo desde su patio, crece como parte del seto cortavientos de altura en la zona de la cancela de entrada.
El almendro de la subida a la alberca vino a nosotras desde Cuenca como regalo de nuestra amiga Marifé, compañera de fatigas en Pisto Ecológico, el grupo de consumo del que formábamos parte cuando vivíamos en esa bonita ciudad. El almendro de Marifé está contentísimo y se le nota, parece el padre de aquel retoño que plantamos hace un año.
Marta se llaman las arizónicas del gallinero, y como 5 son muchas y te volviste loca intentando ponerles nombres locos a todas, llamaremos Marta a la más alta ;)D
Una coscoja llamada Julia, en honor a la madre de Esther. Además de nombre, la coscoja y mi suegri comparten cualidades: las dos son chiquiticas y pizpiretas.
Un durillo llamado Clara, como nuestra prima cordobesa de 6 años, que cuando se enteró de que a los árboles les poníamos el nombre de quien lo planta, le hizo hasta una placa para que todo el mundo supiese cuál era su durillo.
Dejamos una muestra fotográfica del "making off" de esa preciosa placa rural diseñada por ella misma, sin necesidad de bronce ni serigrafías... jejeje ¡¡¡Arriba la imaginación!!!
Paulonia Jésu |
Tenemos, formando parte del seto cortavientos de jara, al segundo hijo verde de nuestros amigos Irene y Carlos; fruto de su amor son dos lentiscos mellizos, uno residente en Portugal y el otro en Pájaros en la cabeza.
Las tres paulonias de Jesús, amante de la naturaleza en general y de los árboles como una expresión preciosa de ella. Jesús nos regaló 3 paulonias que plantamos la primavera pasada cuando aún eran dos hojitas y que este verano ya medían más de un metro y medio. Sobre ellas ya hicimos un post hace unos meses.
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